Imagina que conoces a un doctor muy renombrado por su gran trayectoria, se le conocen casos imposibles resueltos por sus magnos conocimientos, estudios, investigaciones; es una eminencia. Gran cantidad de personas lo buscan porque su fama ya es internacional, llega gente de todo el mundo para una consulta médica.
Tú lo conoces muy bien porque es tu amigo, te ayudó a salir de un caso imposible a los ojos de otros médicos, pero él te devolvió la vida y ahora también es tu amigo. Muchas veces le has contado algunos de tus secretos y él a ti también. Se han tomado mucho cariño.
A ese “Gran Doctor” le gusta platicar contigo porque tú has conocido de él algo más profundo que sólo la parte de ser una eminencia, has conocido más allá de su fama… tú conoces su corazón, cuando ríe, cuando está triste, cuando se enoja...
Sabes que es un privilegio conocerlo y también sabes que conocerlo hace tu vida más valiosa, porque tener un amigo con tal prestigio ¡es maravilloso! Pero has escuchado a mucha gente hablar de él diciendo cosas tan superficiales, tan equivocadas, tan lejos de la realidad, que en verdad te molesta.
Una vez le preguntaste a alguien que hablaba y hablaba de tu amigo con mucha confianza, pero sólo decía cosas como cuándo nació, en dónde, que prefería comer, su libro favorito, etc. Todo lo que decía era verdad, pero por su expresión era muy evidente para ti que realmente nunca lo había conocido en persona. Fue entonces cuando lanzaste la pregunta:
-¿Cuándo lo conociste?
- ¿Cómo? – Te dijo muy sorprendida.
-Te pregunto que ¿cuándo te contó todo eso? ¿Son buenos amigos?- A ti te causaba un poco de celos y querías saber su historia.
-Bueno, no. Quiero decir, nunca he hablado con él. Más bien he leído todo acerca de su vida, me impresiona mucho y le admiro, casi hasta le quiero. – Le brillaban los ojos cuando hablaba del famoso doctor. Y agregó- Además he podido hablar con su mamá y le he pedido algunos consejos, también he platicado con sus ayudantes ¡Excelentes personas! Pero el doctor está muy ocupado, así que es como si ya le conociera.
-¿Y no te gustaría conocerlo, hablar directamente con él?- Cuando viste su entusiasmo por tu amigo, supiste que era necesario que ella lo conociera y deseaste de todo corazón presentárselo.
-Ya lo conozco, te digo que sé todo de él.
-Sí claro, se nota, pero digo ¿No sería mejor tenerlo como amigo? ¿Cenar con él? Qué se yo.
-Ja, ja, ja, ja. Está muy ocupado, además así estoy bien.
-Yo te lo presento, es una excelente persona, estoy segura que le encantará conocerte. Vamos ahora mismo.
-Te digo que estoy bien, prefiero que sea después. Con lo que sé es suficiente.
- Pero te vas a perder lo maravilloso de su amistad. Además de una vez le preguntas que hacer con ese dolor que traes desde hace muchos años.
- ¿Cuál dolor? Estoy bien, no me duele nada. Me tengo que ir. Bye.
Se fue murmurando, creyó que fuiste presumida por conocerlo también, pero lo único que realmente tú querías era presentarle a un excelente amigo ¡Vaya gente obstinada! ¿No?
***
¿Conoces a Jesús? ¿Conoces Su corazón? ¡¿conoces cuando está triste o cuando se ríe? O sólo sabes todo acerca de él. Te invito a conocerlo ahora, cierra tus ojos unos momentos y piensa que estas delante de Jesucristo resucitado, delante de Su trono de gloria. Abre tus ojos y dile con todo tu corazón:
“Señor Jesús, reconozco que eres el Hijo de Dios y que moriste por mí en la cruz. Te pido que perdones todos mis pecados. Me arrepiento de haber vivido sin conocerte. Hoy te recibo en mi vida como mi Señor y mi Salvador, toma el control y enséñame a ser obediente a tu voz. Muéstrame Tu amor y Tu verdad. Todo esto lo pido en el Nombre de Jesucristo mi Señor, amén.”
Ya tienes un amigo especial al cual acudir en cualquier situación, en cualquier lugar. Sólo cierra tus ojos y sabrás que Él está contigo. Ya no necesitarás un objeto específico o un lugar específico o una postura especial o las palabras leídas de otros, incluso si no te sientes digno, aún así ¡Sólo háblale! ¡Háblale cono quien habla a un amigo!
