Como muchos de ustedes
saben, a finales de febrero del año pasado, Dios me presentó un plan
sorprendente, desde ese momento me enseñó a caminar en una fe inigualable para
mí, nunca antes había vivido cosas tan maravillosas y lo mejor de todo es que
yo no hacía nada, solamente creer.
A mis trece años de edad comencé a presentar problemas para caminar, a los quince años ya
no podía usar zapatos con tacones y en el primer año de preparatoria me
hicieron la primera operación en mis pies, en fin pasaron muchos años, cuatro operaciones y a mis casi cincuenta
años sin esperanza de una mejoría, Dios comenzó a hablarme, una persona me
dijo: “Gaby Dios quiere sanar tus pies”
Fue como ir quebrando una roca, lo que había aprendido
acerca de los milagros que hoy en día son una realidad, me hacía entender con
el pensamiento que “claro que Dios lo puede hacer” , pero algo en mi corazón se
resistía (ahora sé que era incredulidad y hay que reconocerla para echarla
fuera) el tres de febrero escribí un blog
que se titula “La incredulidad nos mantiene en el desierto”, te lo
recomiendo, lo acabo de leer otra vez y ahora sé por qué de repente Dios soltó
bendiciones que estaban retenidas, retenidas por la incredulidad.
Como les decía, a finales de febrero (después de desarraigar
toda incredulidad de mi corazón como Dios me lo mostró), me sorprendió con un
plan maravilloso, y hasta le puso fecha, todas las circunstancias inimaginables
se acomodaron para que me operaran mi pie derecho que era el más problemático.
Todos los recursos económicos, médicos, tiempos, y demás detalles quedaron
cubiertos perfectamente y por supuesto como estamos hablando de los planes de
Dios, hubo bendiciones por todos lados. Cada uno de los detalles fue un
milagro, las personas, los recursos, las fechas, todo quedaba perfectamente acomodado
sin que yo hiciera nada, fui como una espectadora, por supuesto maravillada por
el amor de Dios.
Mi operación se llevó a cabo el 31 de agosto 2017, (y es
importante mencionar que en el quirófano, Dios me permitió ver su Gloria, era
como un vapor brillante flotando en ese lugar y sentí una paz indescriptible). Me
inmovilizaron el pie con un yeso de fibra de vidrio, después usé una bota ortopédica
(parecía robocop) y el cuatro de diciembre me dijeron los doctores “ya empiece
a caminar, poco a poco con ayuda de un fisioterapeuta y la volveremos a ver el
16 de abril”. Así que aquí estoy, tengo
terapias dos veces por semana, mi tarea es hacer los ejercicios dos veces al
día, quiero decirles que la etapa de
rehabilitación es la más difícil. He aprendido un montón de cosas y lo que más
me impresiona es la fuerza de los hábitos en la mente.
Mi terapeuta me ha explicado cómo a las personas que les
amputan un miembro, incluso pasa tiempo y siguen sintiendo dolor en ese miembro
que ya no tienen. También me ha explicado cómo una persona que se somete a una
cirugía estética, es probable que se vuelva a intervenir, porque en su mente no
logra ver su nueva imagen. Pues así estoy batallando con mi mente, no he
logrado caminar fluidamente; aunque mi pie ya me lo enderezaron, en mi mente no
hay una conexión con mi nueva naturaleza. Tengo que caminar frente a un espejo,
me tomaron video caminando junto a mi hija para que pueda ver cómo es que ya camino con mis pies derechos, pero en mi
mente no se ha registrado y te voy a decir que pasa: Cada vez que doy un paso
siento que en mi nuevo pie tengo una especie de plataforma que empuja mi cadera
hacia arriba y me entorpece mi caminar. Pero eso en realidad no ocurre porque
yo lo puedo ver en el espejo, mi mente
no ha logrado asimilarlo y siento eso
que me estorba, que no es real.
La doctora me dijo: “No crea en lo que siente, crea en lo
que ve” por eso tengo que verme en el espejo, ya he llorado de alegría y
asombro al verme viviendo este milagro ¡Caminar con mis pies derechos después
de tantos años es tan maravilloso! Ahora sólo falta hacer la “conexión” de la
mente con el cuerpo.
Y me dijo algo más… y es por eso que estoy escribiendo este
blog:
“Señora, desde que salió de la sala de operaciones usted es una nueva
persona. Ya no tiene su pie enfermo, ya no es una persona incapaz, ahora es una
nueva mujer con todas sus capacidades completas. Tiene que aprender a verse
como ahora es, una nueva mujer fuerte y capaz.”
¡Wow!
estas palabras me conmueven y te voy a
decir porque…
Cuando la biblia nos dice que al reconocer a Jesús como
nuestro Señor y le entregamos nuestra
vida, entonces nacemos de nuevo (espiritualmente hablando) dice la biblia que
somos nuevas criaturas, hemos sido trasladados de las tinieblas a la luz
admirable. Es decir, pasamos de vivir en tinieblas, a vivir en la luz de Dios,
ya somos ciudadanos del reino de los cielos en la tierra. Pero también nos dice
que es necesario que nuestra mente sea renovada… ¿Sabes por qué? Ahora
entiendo, es por todo esto que te acabo de contar, esto que estoy viviendo en
mi condición física me ayudó a entender que tenemos que hacer la conexión en
nuestra mente con nuestra nueva naturaleza. Por eso tenemos que trabajar en nuestra mente
para vernos como ya somos para Dios, ya somos nuevos, renovados, fuertes,
valientes, sanos, prósperos, felices. ¡Ya lo somos! Sólo tenemos que creerlo y
hacer “la conexión”.
Otra cosa, la paciencia es un factor muy importante: desde
el momento en que salí de la operación soy una mujer sana, pero obviamente en
ese momento no podía tomar mis zapatos y salir corriendo, tenía que esperar que
mis huesos sanaran, que el cuerpo se rehabilite, tengo que hacer mis ejercicios
y trabajar sin descanso hasta lograr que mi cuerpo llegue a la plenitud. Mi
terapeuta me dice que tengo que seguir un proceso en mi mente de asimilación,
después rehabilitación y en seguida viene la adaptación. Es decir, una vez que mi
cuerpo logre la condición óptima, entonces comienza la adaptación a la nueva
forma de caminar. Es maravillosos pensar que todo esto lo podemos
trasponer a nuestra vida espiritual ¿Me
explico? Entrar a formar parte de la familia de Dios, es un proceso que lleva
tiempo, somos trasladados de manera inmediata por el amor de Dios, pero tenemos
que madurarlo, entenderlo, vivirlo, asimilarlo y adaptarnos a esa nueva
naturaleza de victoria, sanidad, gozo, plenitud, prosperidad.
Lo más importante
de este proceso es nunca dejar que la mente te lleve a creer que no perteneces
a esa nueva naturaleza, la naturaleza de ser heredero hijo de Dios ¡Ya no somos
esclavos, sino hijos! Al ser hijos de Dios recibimos esa autoridad entregada
por el Padre por medio de Jesucristo, la biblia dice que estamos reinando junto
con Cristo en lugares celestiales. Eso quiere decir que inmediatamente
recibimos la autoridad en Cristo para
derribar a los enemigos (espiritualmente hablando), echar fuera demonios, sanar
enfermos, resucitar muertos, ¡Eso dice Jesús! Él dijo: “Estas señales seguirán
a los que creen, en mi nombre echarán fuera demonios, sanaran enfermos, hablarán
nuevas lenguas, tomarán en sus manos serpientes, y si bebieran cosa mortífera no les hará daño.”
(Marcos 16:17-18)
Haz la conexión con tu nueva naturaleza, ¡No creas en lo que
sientes, cree en lo que ves! Y me refiero a ver con los ojos espirituales todas
las bendiciones y milagros maravillosos que seguramente Dios te ha regalado. Ya
no veas tus circunstancias, sólo cree en lo que Dios ya te dio. Tómalo,
recíbelo, es real.
Otra buena noticia: ¿Te acuerdas que el primer milagro que
hizo Jesús fue el de convertir el agua en vino? Tal vez nosotros éramos agua
simple y en un instante Jesús nos convierte en el mejor vino, el de los más
caros, el más preciado. A mí esto me sorprende porque antes hablé de un proceso
de maduración, un proceso natural, pero que tal si entramos a la naturaleza de
Jesús que es sorprendente y sobre natural y en un instante somos lo que Dios
diseñó. ¡Haz la conexión! ¡Hagamos la conexión! No estés más detenido por incredulidad, sólo
avancemos, avancemos, avancemos.
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