En mis tiempos de juventud, recuerdo que se hablaba de pactos que se hacían con sangre. Cuando veías a alguna persona de edad adulta, pero de aspecto joven, rica y famosa, entonces decíamos (creo que todavía se dice) “mira hizo un pacto con el diablo”. Entonces teníamos muy claro que la riqueza, la fama, la belleza y la juventud venían sólo por medio de poderes ocultos que el diablo te daba… incluso que esa creencia todavía está vigente.
Y
por el contrario, si vemos a una persona enferma, decimos: “mira lo que está
pasando, pues que se haga la voluntad de Dios”
¡Esto
es sorprendente! Si una persona está enferma, pobre, triste, deprimida se lo
atribuimos a Dios. Y si una persona es rica, joven y famosa, se lo atribuimos
al diablo…¡Qué tiempos locos! ¿No crees? Por eso luego escuchamos quien dice:
“cuando me muera me voy a ir al infierno, allá están mis cuates, allá está la
fiesta, lo divertido… ¡¿Qué!?
Espérame
tantito… escrito está: El diablo es el padre de todas las mentiras. Y mira la
mentira tan grande que hemos creído. ¡Qué pena con Dios! El creó todo lo bueno,
lo agradable, lo perfecto y también lo divertido, el gozo, la alegría, la
belleza, la riqueza. ¡¡¡Tenemos que leer la biblia!!! (Qué raro que para
algunas personas leer la biblia es ignorancia, si allí está la mayor riqueza=
La Vida)
Siento
profundamente en mi mente el concepto de pacto de sangre, pero el equivocado.
El que entregas tu vida por fama y fortuna, el que tu alma se entrega a
esclavitud y al final de los días eres llevado a un tormento eterno (pero decimos:
qué importa, si allí está la fiesta) ¡Gran mentira!
La
buena noticia es que todo ese concepto de pacto ¡Es verdad! Pero el diablo lo
usó para llenarlo de sus mentiras. El verdadero pacto de sangre es el que sufrió
Jesús en la cruz para que tú y yo tuviéramos salud, belleza, fama y fortuna…
(algunos santurrones ya estarán bien enojados, con la pena, es la verdad) No es
toda la verdad, hay muchísimas maravillas en esa cruz, por ejemplo: Cuando
reconoces que Jesús tomó tu lugar en esa cruz, (porque por nuestro pecado merecemos
la muerte -esto es vivir separados del Padre- pero Jesús por su incomparable
amor tomó nuestro lugar y en lugar de que tú y yo estemos muertos por nuestro
pecado, Jesús recibió esa muerte en la cruz) es entonces cuando recibes el derecho legal de
que al morir podrás tener una vida eterna como ciudadano del reino de los cielos.
Pero eso mismo, desde ahora, te hace acreedor a grandes beneficios.
Ya
que reconoces a Jesús como tu salvador (te salvó de la muerte como ya dijimos)
entonces formas parte de ese pacto que él pagó con su sangre. Como participantes
del pacto de sangre, tenemos que conocer los beneficios del pacto: Se derramó
sangre, esa sangre me es por señal de que soy de Jesús, la sangre me libra de
la muerte, de la enfermedad, y de todo concepto destructivo. Por lo tanto soy beneficiaria
de todo aquello por lo que se pagó… y que quede bien claro que el precio fue
alto, ya que quien murió en esa cruz fue el mismísimo hijo de Dios, era rey y
se hizo hombre por amor a ti (Y sólo basta creer para recibir ¡qué maravilla!) ¡Ah!
Otra cosa: el hijo de Dios, vino a destruir las obras del diablo, a derribar
todas sus mentiras, pero eso se recibe al entrar en ese pacto.
Beneficios
obvios: Salud, belleza, fama, fortuna… alegría, paz, un corazón afable para
bendecir a otros, te conviertes en fuente de amor… una vida perfecta no porque
seguimos viviendo en la tierra, la perfección está en el cielo. Pero qué bonito
es encontrar a un enfermo que desea ser sanado y permite que ores por él y
luego ves que Jesús te ha usado para llevar sanidad, felicidad, prosperidad,
paz, matrimonios felices, negocios prosperando.
Yo
he firmado un pacto de sangre con Dios, le entrego mi vida (al fin es el rey y
dueño de toda plenitud y gozo) a cambio recibo sanidad, riqueza, amor, paz,
gozo, alegría, juventud. Él puede usar mi vida con poder sobrenatural que viene
del cielo, por cierto es un poder que no está oculto, es accesible para todo
aquel que quiera disfrutar de los beneficios del cielo en la tierra, sólo
tenemos que creer.
Si quieres entrar en ese pacto, sólo habla con Jesús y pídeselo, él te responderá, ¡ya lo verás!