Hoy estoy tan feliz de ser abuela,
no recuerdo con detalle lo que viví contigo,
sólo tu amor, tu estar... tu bendición.
Hoy puedo conocer tu corazón
y me alegro tanto de experimentar lo mismo.
Ya sé porque llorabas cuando mis papás me recogían.
¡Qué amor tan grande se experimenta al ser abuela!
Creo que no te has ido
y me acompañas siempre.
Puedo ver con tus ojos la sonrisa de mi nieto,
la luz de su mirada cuando me ve.
Quiere mi sopa, quiere la galleta, quiere jugar con mi perro y correr en mi jardín.
Recuerdo abuela, que yo hacía lo mismo,
quería tu huevito y el agua de limón,
limpiábamos la jaula del perico y salíamos al mercado.
Gracias abuela por enseñarme el amor,
quizá lo aprendiste como yo ahora,
la sonrisa de los nietos brilla hasta lo profundo.
martes, 24 de septiembre de 2019
viernes, 20 de septiembre de 2019
Permite que Dios te abrace
Permite que Dios te encuentre, te
abrace, te cuide, te cargue, haga fiesta por ti. En eso consiste su amor. En
que él nos amó, nos buscó, nos encontró, nos limpió, nos puso vestiduras nuevas
y nos dio la identidad de ser sus hijos.
Jesús le contó a un grupo de
personas una historia para explicar cómo es que todo el cielo se alegra cuando
un pecador abre su corazón y recibe los regalos que hay en el cielo para
hacerlo feliz. Normalmente un pecador es una persona triste, enferma,
malhumorada y vacía, está tan contaminada de la naturaleza de pecado que Dios
no lo puede ver, pero lo está buscando. En un momento de desesperación quizá
alce sus ojos al cielo, quizá busque a Dios, quizá algo en su corazón se abre y
entonces Dios lo ve ¡Lo ha encontrado! Va por él, lo carga, lo abraza, lo
limpia, y le da nueva naturaleza, lo hace su hijo “Hijo de un Rey” del Rey de
reyes que no es cualquier cosa.
La historia que cuenta Jesús a
quienes lo escuchaban es esta:
<<Si un hombre tiene cien
ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y
nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y,
cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa.
Cuando llegue, llamará a sus amigos y
vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. De la
misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se
arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se
extraviaron!>>
¿Te imaginas a Dios buscándote? Y
tú ni en cuenta, estás tan preocupado, estresado, quejándote de todo, odiando
tu vida, peleando con todos ¡Ya no puedes más! Si tan sólo hicieras una
pausa, si tan sólo te quedaras quieto para que Dios te encuentre, te cargue en
sus hombros, te lleve a su casa. Él hará una fiesta en el cielo porque tú haz
vuelto… aquí hay otra historia:
<<Un hombre tenía dos
hijos. El hijo menor le dijo al padre: “Quiero la parte de mi herencia ahora,
antes de que mueras”. Entonces el padre accedió a dividir sus bienes entre sus
dos hijos. Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó
a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero,
hubo una gran hambruna en todo el país, y él comenzó a morirse de hambre.
Convenció a un agricultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al
campo para que diera de comer a sus cerdos. El joven llegó a tener tanta hambre
que hasta las algarrobas con las que alimentaba a los cerdos le parecían buenas
para comer, pero nadie le dio nada.
»Cuando finalmente entró en razón, se dijo a
sí mismo: “En casa, hasta los jornaleros tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy
yo, muriéndome de hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo.
Te ruego que me contrates como jornalero’”. »Entonces regresó a la casa de su padre, y
cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de
compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Su hijo le dijo: “Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu
hijo”.
»Sin embargo, su padre dijo a los
sirvientes: “Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan
un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. Maten el ternero que hemos
engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado”.
Entonces comenzó la fiesta.
¿Eres hijo o esclavo?
La verdad es que nunca lo había
entendido en su totalidad, he escrito, he platicado, he instruido a otros
acerca de que las personas somos un cuerpo y tenemos alma y espíritu, sin
embargo nunca había entendido lo más importante de esto.
Creo que saber que las personas
estamos formadas por tres partes, resulta muy interesante, pero ¿qué hay de
práctico en saberlo?
Primero te platicaré lo que ya
sabía y he explicado: El ser humano es un ser tripartita, o sea de tres
partes:
Cuerpo – Es el estuche: son los
ojos, el cabello, la altura, la complexión, y también riñones, pulmones,
intestinos, etc. Todo lo que constituye la parte física, con la que conocemos y
experimentamos; por el cuerpo vemos, oímos, sentimos, gustamos, olemos. Todas
esas sensaciones se depositan en el alma. Todos los recuerdos que tienes,
buenos o malos, primero los viviste con el cuerpo, es decir, escuchaste,
sentiste, hablaste, oliste y viste cierta circunstancia, esa vivencia la
procesaste como bueno o malo y quedó en el alma como un recuerdo.
Alma – Entonces en el alma están
los recuerdos, los pensamientos, el carácter, las actitudes, las emociones
(tristeza, alegría, amor, odio, rencor, antojos, hambre). El alma y el cuerpo
están conectados ya que por el cuerpo conocemos y con el alma procesamos. En el
alma están las heridas más profundas, los conflictos existenciales, los sueños,
metas, anhelos. Cuando odiamos o amamos poquito o mucho, eso está en el alma. Si
una persona está muy triste, su cuerpo se siente cansado, casi ni se quiere
mover, pero si la persona tiene emociones positivas como alegría, creatividad,
amor, entonces su cuerpo se siente activo, lleno de energía. Es por esto que se
dice que las enfermedades comienzan en el alma, una persona llena de
resentimiento, enojo, estrés, etc., es más fácil que se enferme. Normalmente
una persona sana es una persona alegre (no perfecta, eso es diferente y no
existe).
Espíritu – Es la parte que nos da
vida, la que nos conecta con Dios. Cuando un cuerpo pierde la vida, es porque
su espíritu salió completamente y para siempre, decimos que la persona murió.
Cuando a una persona le deja de latir el corazón, entonces esa persona es
declarada muerta (aquí vemos una conexión entre el espíritu y el cuerpo). Por
lo tanto cuando a una persona le comienza a latir el corazón, es cuando su
espíritu ha entrado para darle vida. Dios es el dador de la vida y nos deja una
parte de su naturaleza para conectarnos con él y precisamente es por medio del espíritu.
Dios es una persona en el cielo,
y espiritualmente es como lo podemos conocer, de hecho el Espíritu Santo es el
Espíritu de Dios, parece obvio, pero no todos lo entendemos, yo lo entendí muy
tarde y me sorprendí mucho de ver al Espíritu Santo como el Espíritu de Dios.
Jesús le dijo a sus discípulos “Es mejor que me vaya, porque cuando yo no esté
les enviaré al Espíritu Santo.” Es decir, nos envió su Espíritu, que es el
Espíritu de Dios, para que nos guíe, nos enseñe, nos acompañe, nos cuide ¡Y si
lo hace! Pero no todos lo reconocen.
Ahora vamos a explicar la parte
práctica, la que te comenté que recientemente entendí ¿Listo?
En una ocasión Jesús le explicó a
uno de sus seguidores que tenía que nacer de nuevo, cada uno de nosotros
necesitamos lo mismo y lógicamente no se refiere al cuerpo, sino al espíritu.
Pablo explicaba al pueblo romano en una de sus cartas, que cuando usas tu alma
(es decir, tu mente y tus emociones), y
además usas tu cuerpo (tu voz, tu ojos, tus manos) para reconocer tres puntos
fundamentales: 1)Jesús se hizo hombre (o sea que ya era rey en el cielo y
decidió dejar su condición de Dios para hacerse hombre, además lo hizo por
amor), también decidió entregar su vida para ser maltratado y humillado,
decidió morir con una muerte dolorosa y vergonzosa; 2) Resucitó al tercer día y
después subió al cielo con todo y su cuerpo físico, 3) Y por todo esto lo
reconocemos como Rey de reyes y Señor de señores. Cuando reconoces estas tres
cosas y lo declaras con tu boca, en ese momento tu espíritu ha nacido de nuevo
¿Ya lo hiciste? ¡Qué esperas!
Tu nombre se escribe en el libro
de la vida, te conviertes en verdadero hijo de Dios (antes de esto somos
criaturas de Dios, pero nos reconoce como sus hijos hasta que nosotros
aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador). En ese momento el Espíritu de
Dios vive en ti, le ha dado vida a tu espíritu, leemos en la biblia que cuando
nuestro espíritu es nuevo, la condición de pecado es borrada, el espíritu es
limpiado y justificado, Dios nos ve hermosos, justos, limpios y perfectos porque
nos ve a través de la Sangre que Jesús derramó en la cruz. En el mismo momento
en que le entregas tu vida a Jesús, ya tienes entrada al cielo, quiere decir
que en el momento en el que termine tu vida, tu espíritu va al cielo sin lugar
a dudas.
¿Por qué entonces no somos
perfectos? La verdad es que tenemos los mismos problemas, los mismos hábitos,
los mismos pensamientos. Las personas que verdaderamente le entregan su corazón
a Jesús sentirán una alegría como nunca antes, y también experimentarán paz en
medio de las circunstancias, pero… ¿recuerdas cómo funciona el alma y el
cuerpo? Bien, pues cuando el espíritu está renovado, el alma y el cuerpo serán
cambiados poco a poco por la influencia del espíritu. O sea que aunque el
espíritu ya es justo y perfecto, el alma y el cuerpo no lo son.
Entonces nuestro espíritu es
renovado instantáneamente al reconocer a Jesús, pero el alma y el cuerpo poco a
poco serán transformados, es por eso que los cambios tardan, pero sí ocurren.
Hay personas que cuentan que inmediatamente fueron sanados, o que
inmediatamente dejaron las drogas, o que inmediatamente tuvieron un crecimiento
económico. Todo eso claro que ocurre en algunas personas, Dios está listo para
entrar con todas sus bendiciones, pero somos nosotros los que ponemos límites y
esos límites están en el alma. ¡Qué maravillosa bendición para aquellos que
reciben milagros sorprendentes de inmediato! Ellos están abiertos para recibir
las bendiciones.
Por otro lado, el espíritu de la
persona que recientemente recibe a Jesús, es un bebé espiritual que está lleno
del amor de Dios, recientemente ha nacido de nuevo. Pero igualmente ya tiene al
Espíritu Santo con todo poder y autoridad. Poco a poco el Espíritu Santo lo
llevará a pensar en aquellas personas que le hicieron daño, también le
recordará cosas dolorosas de su pasado que ya ni sabía que estaban allí, el
objetivo es que todas esas heridas sean sanadas a través del perdón. La buena
noticia es que sí podrá hacerlo porque Dios mismo le estará capacitando.
También trabajará con los hábitos
destructivos, con los pensamientos de auto rechazo, conmiseración, pensamientos
de enfermedad, pensamientos de pobreza, con todo lo que no es vida. Y poco a
poco aquello que era una cadena pesada (ejemplo: alcoholismo, tabaquismo,
glotonería, pereza, chismes, pleitos, habladurías, hurtos, queja, enojo desmedido… etc.) se irá
haciendo muy ligero y fácil de soltar.
Entendamos algo, el alma se convierte en un regulador entre
el cuerpo y el espíritu. El cuerpo quiere comer en exceso, beber en exceso,
placeres en exceso, criticar, chismear, sentirse victima, menospreciado; el espíritu ya no necesita todo eso para ser feliz, ya
está pleno con la presencia y el amor de Dios. Así que el alma va siendo sanada
y renovada, de pronto la mente comienza a sentir calma (esos torbellinos de pensamientos que nos generan intranquilidad, comienzan a disiparse) los pensamientos son más claros y hay más entendimiento. De esta manera es como el alma regula los deseos del cuerpo, con ayuda del
Espíritu Santo que vive en el espíritu de la persona.
La oración es la mejor y más
efectiva forma de ir renovando la mente, ya sabemos que al renovar la mente, el
cuerpo recibe vida, energía, felicidad, plenitud y todo esto fluye del
espíritu, un espíritu conectado con Dios. Los milagros comienzan a suceder, los
dolores del cuerpo se van, el dinero empieza a llegar, las oportunidades se
abren, la creatividad fluye… en lugar de estar malhumorado, cantas; en lugar de
pelear, ríes; en lugar de odiar, amas. Esto solamente ocurre con la oración, la
oración es el momento de hablar y escuchar a Dios con tu biblia en la mano (es
la mejor forma de aprender a escuchar a Dios, leyendo su palabra) Me gusta
pensar que estoy leyendo whatsapps de Dios, sus mensajes para mí están en la biblia.
¿Por qué algunas personas
cercanas a Dios no cambian, siguen siendo amargadas, enojonas, tristes? Porque
no permiten que el Espíritu de Dios les cambie la manera de pensar, retienen
ideas equivocadas acerca de lo que es Dios. Muchas personas se molestan cuando
les dices que Dios ya perdonó nuestros pecados pasados, presentes y futuros, ya
no hay condenación para los que aman a Dios, ahora podemos descansar en el amor
de Dios.
¡Todos necesitamos nacer de
nuevo! Dejamos de ser esclavos del pecado y pasamos a ser hijos de Dios. Pensamos que al hablar de Dios es aburrido, pero es lo mejor que nos
puede pasar, una vez que lo entendemos profundamente. Tiene que ver con la eternidad y no sólo con la vida que es pasajera. Entonces tú ¿Eres hijo o eres esclavo?
viernes, 6 de septiembre de 2019
El tiempo de baile llegó
Miraba con ansia su reloj, los números de oro marcados por
delicadas manecillas, cada segundo se movía con un ritmo que la hacía
enloquecer. Por todo el borde interior había pequeños diamantes sobre lo que
parecía una caratula sutilmente nacarada, cubierta por un cristal
suficientemente grueso para resaltar las horas. Cada perla bordeada por otro
círculo de diminutos diamantes le recordaba que el tiempo corre y ni la pieza de diseñador más fina puede
detener, todo tiene su tiempo, todo llega a su tiempo. La correa en piel blanca muy fina decoraba su muñeca delgada que hacía
girar ininterrumpidamente para no perder la calma, pero ya la había perdido más
de lo que ella imaginaba.
Se quedó quieta, vio el reloj detenidamente, le recordaba ese
sublime amor y sonrió, sintió esa paz nuevamente, aquello que le provocaba bailar,
cantar y gritar de alegría en sus adentros, nadie sabía de su plenitud, lo
guardaba para sí, sólo se le vio sonreír sin motivo aparente.
No había nada
mejor que sentirse amada, preferida, única y sorprendida ante tanta
magnificencia inesperada, todo había valido la pena, el tiempo de baile llegó.
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