Jesús dijo:
“El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;
yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
“Entonces
aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,
agradable y perfecta”.
“Pero
en aquel día venidero, ningún arma que te ataque triunfará. Silenciarás cuanta
voz se levante para acusarte. Estos beneficios los disfrutan los siervos del
Señor; yo seré quien los reivindique ¡Yo, el Señor, he hablado!”
En ningún momento creas o pienses que Dios envió
este virus (Covid 19) para matar y destruir y robar la economía del mundo, porque
él no es así. Antes de Jesucristo, en el Antiguo Testamento leemos historias en
las que Dios envía juicio y destrucción inmediata y no porque es malo, sino
porque es justo, ya que Él termina con la maldad de inmediato.
Todo el juicio de muerte por el pecado -incluyendo
virus, pestes, guerras y desastres naturales- recayó en Jesús. Él no cometió
pecado, pero se hizo pecado por nosotros en la cruz, para recibir en su cuerpo,
en sus llagas, en su vergüenza, en su desnudez; todo lo que la humanidad merece
hasta hoy y se prolonga hasta que Él vuelva.
¿Y por qué muchos mueren y enferman? Porque no conocen
la herencia que recibimos por medio de Jesús, incluso muchos que le amamos, le
conocemos y le seguimos, también pasamos por ciertas situaciones porque estamos
creciendo en el conocimiento de esa maravillosa “Gracia”, pero de todas esas
cosas somos librados con victoria.
Quiero que sepas, que escribir todo esto -a mí primero
que a todos los que me leen- me ayuda a entender ese amor espectacular que
Jesús tiene para nosotros. Quiero que sepas que cuando estoy afligida,
angustiada o temerosa, es cuando necesito escribir para entender mejor;
entonces doy de Gracia, lo que recibo de Gracia y se los comparto.
Así que:
“Andad
en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros,
ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
Saber que Jesús me ama tanto, saber que toda la
deuda que yo no hubiera podido pagar, él la pagó por mí. Reconocerme como su hija amada, me da tranquilidad de saber que estoy muy bien cuidada. ¡Sí! Tú
también eres su hijo(a) amado(a), también Él murió por ti, también tú eres
heredero de todas esas promesas ¡Recíbelas en tu corazón! Cree que es real, si
todos lo creemos y lo confesamos ¿Qué crees? Estamos entrando a la atmósfera de
Dios, en este lugar hay luz, hay paz, hay confianza, hay plenitud de gozo… y
entonces las tinieblas huirán ¡Amén!
El coronavirus huirá, la pandemia huirá, la escases
huirá, el aislamiento huirá… Cree que Dios lo hará, no es por tus fuerzas, no
es por tus sacrificios, no es por tu comportamiento, sólo basta creer. Creemos
que Jesús es el autor y consumador de salvación. Jesús dijo: “¡Consumado es!”
es decir, ya se finalizó la obra, ya está concluida, ya el diablo está
derrotado, ahora nosotros tomamos nuestra herencia y lo creemos: Confesamos
vida, descansamos en la grandeza de Dios, en la plenitud de su amor. Vivir en
amor, es vivir sin temor porque el amor y el temor no pueden estar juntos. El
perfecto amor (que es el amor de Dios para ti) echa fuera tu temor.
Hay una historia muy interesante que Jesús contó a quienes lo
escuchaban, esta historia sí es una parábola:
Jesús se dirigió nuevamente a la gente y les
contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo, lo alquiló a unos
agricultores arrendatarios y se mudó a vivir a otro país por varios años. Llegado
el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su
parte de la cosecha; pero los agricultores atacaron al siervo, le dieron una
paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías. Así que el dueño envió a
otro siervo, pero a este también lo insultaron, le dieron una paliza y lo despacharon
con las manos vacías.
La historia sigue, pero hasta aquí fue cuando Jesús me
preguntó “¿Qué ves?” Y dije: “Pues que los malvados maltratan a los siervos del
dueño de la viña y los dejan con las manos vacías”... ¡Entonces entendí! Dios
es el dueño, y nosotros los siervos que venimos por las ganancias de la tierra,
pero los malvados (el virus, aislamiento y destrucción de la economía mundial) nos
quieren golpear y destruir. ¡No es Dios!
Él pelea por nosotros, el destruirá a los malvados, el virus
tiene que doblar sus rodillas ante el poderoso Nombre de Jesús, cuando tu nombres
a Jesús en tu casa, en tu negocio, en todas tus cosas, las tinieblas huirán.
También tenemos que ser responsables y quedarnos en casa como lo mandan las autoridades, aprovecha este tiempo para conocer a Jesús. Háblale, cuéntale tus asuntos más profundos, él te responderá, abre tu biblia y escucha su corazón.
Jesús es amor y no condenación, Jesús es relación de amor y no religión, leyes, estatutos; Jesús te está buscando abre tu corazón.