Hubo un hombre que a
los cien años tuvo su primer hijo. La esposa de noventa años era estéril, pero
aun así, a pesar de la esterilidad, a pesar de la edad, a pesar de que ella ya
no tenía el proceso natural de cada mes, y a pesar de que eran épocas tan
remotas, que ni siquiera había médicos (propiamente dicho), por lo que tampoco
había tratamientos de fertilidad, ni suplementos que le ayudasen. A pesar de
tener todo en contra, ellos tuvieron su primer hijo.
Un día,
aproximadamente quince años antes, dicho varón llamado Abram, se enteró que su
sobrino Lot había sido capturado en medio de una guerra. Cinco reyes se habían
rebelado contra el dominio bajo el cual estaban, los reyes eran de Sodoma, Gomorra, Adma,
Zeboim y Bela, se prepararon para la batalla en el valle del mar Muerto.
Lucharon contra el rey de Elam, de Goim, de Babilonia, y de Elasar, estos cuatro
reyes estaban unidos para defender sus territorios dominados. Así que en esa
guerra eran cinco reyes contra cuatro, cada uno con su ejército, pero no
pudieron derrotarlos.
Los invasores victoriosos
saquearon Sodoma y Gomorra y emprendieron el regreso a su tierra con el botín
de guerra y los alimentos. Habían capturado a Lot —el sobrino de Abram que
vivía en Sodoma— y se llevaron todas sus pertenencias.
Abram al saber de la
captura, movilizó a toda su gente y salió a perseguir al rey que encabezaba a
los invasores, lo persiguió hasta derrotarlo, después fue contra los aliados a
quienes emboscó de noche y así recuperó todos los bienes que habían sido
tomados. Finalmente Abram logró la victoria, recuperó todas las cosas y rescató
a todos los cautivos de guerra.
Fue así que el rey de
Salem, llamado Melquisedec, salió a encontrarse con Abram. Melquisedec era rey y sacerdote del rey altísimo. Allí
bendijo a Abram, le dio pan y vino y pronunció estas palabras:
«Bendito sea Abram por Dios Altísimo, Creador
de los cielos y la tierra. Y bendito sea Dios Altísimo, que derrotó a tus
enemigos por ti».
Luego Abram dio a
Melquisedec una décima parte de todos los bienes que había recuperado. Tiempo
después, el Señor Dios altísimo, habló en sueños a Abram y le prometió
protegerlo y darle gran recompensa.
Todos nosotros, así
como Abram, entendemos que la palabra recompensa se refiere a algo material,
riquezas abundantes. Ahora bien, si es Dios quien te lo dice, entonces podemos
esperar recompensas increíbles, es por eso que Abram le respondió: “Pero no
tengo a quién heredar, no tengo hijos.”
El Señor llevó a
Abram afuera y le dijo:
—Mira al cielo y, si
puedes, cuenta las estrellas. ¡Esa es la cantidad de descendientes que tendrás!
Y Abram creyó al
Señor, y el Señor lo consideró justo debido a su fe.
Y así sucedió,
Abraham quince años después tuvo a su primogénito, el único hijo que tuvo con su
esposa (se hace la aclaración porque también tuvo un hijo de la esclava de su
esposa, Sara quería un hijo y como la promesa de Dios no se cumplía, entonces
le pidió que tuviera un hijo con su esclava).
Pero además de darle
descendencia, Dios también lo enriqueció con bienes materiales. En aquella
época contaba como riqueza tener animales, tierras, sirvientes, y posesiones, así
fue hecho con Abram, además de todo eso le prolongó la vida. Abram (que después
Dios le llamó Abraham) vivió muchos años, pero no era un ancianito decrepito y
senil. Abraham era un hombre fuerte, no cualquiera puede procrear a los cien
años, además la historia lo describe como un hombre próspero y trabajador.
Las historias
bíblicas son hechos históricos y no cuentos inventados, son tan reales, que se
parecen mucho a nuestra realidad (claro que haciendo a un lado los detalles de
las diferentes épocas, ¿pero quien no quiere ser rico y tener fuerza física
hasta la vejez?). Lo primero que pensé al leer esta historia fue: ¿Cómo dos
viejitos pudieron procrear? Pero no sólo eso, sino lidiar con un bebé, amamantarlo,
aguantar desveladas, llantos interminables, y cuando ya parece que todo está
tomando forma, el bebé empieza a caminar y hay que andar tras él corriendo por
todos lados. Enseñarlo a comer, a ir al baño, es exhaustivo de verdad.
Uno puede pensar que
eran dos viejecitos de cien y noventa años cada uno, quizá al haber sido prosperados
tuvieron sirvientes que los ayudaron con la crianza de su hijo, pero no, al
leer la historia uno se da cuenta que eran adultos fuertes y hermosos en
apariencia.
Es por eso que lo
segundo que me impresiona de esta historia es que la esposa de Abraham, llamada
Sara, era tan hermosa, que aun en su vejez, uno de aquellos reyes perversos, la
deseaba como mujer, casi la hace suya, pero Dios lo detuvo. Sara tenía noventa
años cuando eso ocurrió, fue deseada por un rey para poseerla, por lo tanto no
era una viejecita, era más bien un ¡Mujerón! Lo bueno que Dios intervino y no pasó a
mayores.
Lo que podemos
destacar de esto es que cuando Dios le prometió recompensa a Abraham, le dio
herederos, riquezas y su esposa era tan hermosa y deseable como cualquier mujer
joven. ¡Dios es maravilloso! ¿No crees?
La mejor noticia es
que toda esta historia está escrita para que cada detalle lo descubramos, y así
mismo, entendamos la naturaleza de Dios. Es entonces que vamos a tener la seguridad de que esto mismo
lo podemos recibir. Al leer la historia de esta pareja nos damos cuenta que Dios
es poderoso y si lo hizo con ellos ¿qué impide que suceda con nosotros? Dice en
el nuevo testamento que nosotros hemos recibido todas las promesas dadas a
Abraham, por medio de Jesús. Esto quiere decir, que cuando Jesús murió en la
cruz anulando todo los decretos que nos eran contrarios (muerte, enfermedad,
tristeza, escases), y a cambio recibimos por gracia todas las promesas y
bendiciones que le fueron dadas a Abraham: Riquezas, fortaleza, larga vida,
juventud, belleza y multitud de herederos, de entre los cuales nosotros somos
contados (y si somos herederos de Dios por medio de Jesús, entonces apropiémonos
de lo que ya es nuestro).
Ahora pasemos a la
parte más importante, y se trata de desmenuzar esta historia, porque todos
queremos la bendición que recibió Abraham, y hemos dicho que ya es nuestra por
medio de Jesús, eso quiere decir que lo recibimos por Gracias, y cuando hablamos de “Gracia” es fundamental entender que no es
por obras (o sea que nosotros no tenemos que hacer nada) para que nadie se
gloríe (o sea para que nadie se sienta más que otro) cuando hablamos de Gracia
estamos diciendo que recibimos por fe, Sí ¡Se recibe por fe! (sólo creer que es posible, eso ya es fe).
¿Qué vio Dios en
Abram? ¿Por qué lo escogió para bendecirlo? Primero es que cuando Abram supo
que su sobrino estaba en problemas, decidió movilizar a toda su gente e ir a
rescatarlo, y no sólo eso, sino además recuperó todo lo que había sido robado.
En el corazón de Abram había un celo por su familia, un amor genuino, se
incomodó a sí mismo para ir al rescate de los suyos y derrotar a sus enemigos. (¿No te suena familiar? Se parece al corazón de Jesús).
Tanto se sorprendió
el rey de Salem por este hecho, que como sacerdote del rey altísimo salió a su
encuentro, le dio pan, vino y lo bendijo. Estoy segura que Dios lo motivó para
hacer tan grande regalo. Debido a esta bendición es que Abram fue fortalecido
al igual que su esposa, fueron fuertes y jóvenes hasta la vejez. Pero como
Abram ya había mostrado la naturaleza de su corazón, no nos sorprende que en
agradecimiento, le regala el diez por ciento de todos los bienes recuperados a
Melquisedec. (En este párrafo están los secretos del cielo, que pido a Dios te los haga entender).
En este punto de la
historia todavía no había nacido Moisés, no había mandamientos, ni leyes
escritas, todavía no estaba estipulado entregar los diezmos y ofrendas a los
sacerdotes. Así que fue un acto puramente de agradecimiento por parte de Abram.
Me quiero imaginar a Dios sonriendo por todo esto, entonces un día Dios le
habla a Abram, le cambia el nombre a Abraham y le ofrece gran recompensa, y de
inmediato Abraham le cree y le fue contado por justicia.
¿Sorprendidos? ¡Yo sí!
¿Cuántas veces Dios te ha sorprendido con bendiciones inesperadas? Entonces
quizá fue porque lo hiciste sonreír. ¿No has recibido? Practica bendecir a
otros y verás cosas hermosas llegar a tu vida.