jueves, 26 de noviembre de 2020

¿En realidad somos justos?

 

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2 Corintios 5:21 RVR 1960)

¿Se acuerdan que hablamos de lo importante que es estar conscientes, convencidos y seguros de nuestro lugar en el reino de Dios?

Quizá no me he explicado bien, o tal vez no me habías leído antes. De cualquier forma vamos a reiterar.

Reconocer que necesito que alguien me salve porque “ya no puedo más”, es algo que a muchas personas nos pasa por la mente, sobretodo en momentos de turbulencia (hay quienes viven en turbulencia, yo así era). Es en ese momento cuando volteamos al cielo para ver si hay un Dios que nos escucha ¡Y sí lo hay! ¡Es Jesús!

Dice la biblia que lo creamos con el corazón y también lo declaremos con la boca para ser salvados por Jesús. En ese momento en el que Jesús te escucha te toma de la mano y te traslada de las tinieblas a la luz admirable.

Aunque a tu alrededor parezca que no ocurrió nada, en el cielo hay una fiesta porque tú ya eres miembro del cielo, ya eres una nueva persona, Dios te ha entregado un propósito divino y todos en el cielo están felices. Para ti comienza un nuevo camino, y en cierta forma comienzas un entrenamiento para ser como Dios te diseño ¿Padrísimo, no?

Si lo crees, es tiempo de tomar tu lugar en el reino, a la mesa del Rey, porque ya eres hijo amado del Dios Altísimo.

Jesús siendo Rey se despojó de toda Su majestad para nacer de una mujer, se hizo hombre para morir en una muerte que tú merecías por el pecado. En esa cruz recibió en sí mismo tu vergüenza, condenación, enfermedad y pobreza; humillación, rechazo, ofensa, abandono y menosprecio. Lo hizo porque te ama, y al recibirlo él, tú ya no tienes que llevarlo en el alma.

Cuando Jesús escuchó tu oración, te entregó toda Su victoria, por Su gracia te justificó, limpió y apartó para Él, para que fueras la justicia de Dios en Él, es decir, para que tuvieras una relación correcta con Dios por medio de Cristo.

¡Así que podemos decir que somos la justicia de Dios por medio de Cristo Jesús!

Reconocer mi lugar en el reino de Dios no es soberbia, es un “Cargo” que lleva responsabilidades, pero Dios mismo nos entrena para ello, así que descansa sin preocupación.  Con toda confianza puedo citar las escrituras: “Yo soy la justicia de Dios en Cristo Jesús”.

En esta oración estamos declarando santidad, libertad, salvación, prosperidad, sanidad, gozo, paz, victoria, protección, etc. Entre más lo declaras, más lo crees y más se hace evidente en tus circunstancias, no te desesperes, quizá toma tiempo, pero sin duda lo verás.

¡Eres libre hijo muy amado de Dios!

Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  (2 Corintios 5:19 RVR1960)

    

 

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